Marzo 14/2023: Habitar la violencia




Marzo 14/2023
"Hay pueblos que saben a desdicha. Se les conoce con sorber un poco 
de su aire viejo y entumido, pobre y flaco como todo lo viejo."
- Juan Rulfo (Pedro Páramo) -

Mi abuela y mi abuelo paternos, antioqueños los dos, hicieron su vida en Risaralda. Mi padre nació y pasó toda su niñez en un pueblito pequeño, ubicado muy al rincón occidental del departamento y al límite con Chocó: La celia.
Cuando pienso en ese acto cotidiano de la violencia, en habitarla y no poder escapar de la espiral progresiva que implica, mis pensamientos viajan inminentemente hasta La celia.

Este lugar pequeño y arrinconado entre montañas fue el escenario de horrores de la violencia (como muchos otros del país), que me han sido narrados gradualmente durante toda la vida. Sus historias de muerte y dolor, hacen parte de mi bagaje cultural, de ese paquete de narraciones orales que me ha sido heredado, marcando irremediablemente muchas de mis posturas, visiones y perspectivas políticas y éticas de la vida.
Ese puntico insignificante en el mapa, es una marca gigantesca para mí. Y es también una pregunta insistente: ¿Qué genera esos ciclos continuos de violencia inagotable?

Crecí y -estoy segura-, puedo pluralizarlo: crecimos desde las grietas. En este país, quienes sobrevivimos, surgimos de las fisuras, del rompimiento, de la cicatriz. Habitar la violencia, nos ha dejado marcas significativas en el lenguaje, en la mirada, en el tacto.
Las cicatrices hablan por sí mismas, tienen voz y gritan cuando se las toca. No soportan el tacto, porque el dolor quema de nuevo, así que aúllan como animalitos salvajes que espantan a su depredador.

 *Fotografía: Gerda Taro, 1937

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